Las ballenas ya saben lo que tú aún no recuerdas
Dicen que las ballenas cantan y su sonido se despliega en el agua como si buscara algo, como si tratara de alcanzar su propio eco en la vastedad. Su voz viaja por los mares, atraviesa la oscuridad sin miedo, confiando en que, en algún lugar, será escuchada. Sus canciones no son aleatorias; siguen patrones como los que usamos los humanos, ritmos que se repiten y transforman, como si intentaran decir una verdad que solo puede expresarse en la duración de su melancolía.
Hay en ellas una sabiduría que nos concierne.
Como nosotros, buscan a través de su voz; como nosotros, dependen del agua y de la Luna. No hay criatura que no esté atada al cielo de alguna manera.
Cada ballena en esta colección está ligada a un eclipse lunar, porque los eclipses son momentos en los que la realidad se pliega sobre sí misma, instantes en los que el mundo nos muestra que no todo lo que existe se puede ver a simple vista.
La Luna, con su ritmo inquebrantable, rige lo oculto, lo que sucede en la penumbra de nuestra consciencia.
Cuando la Luna se cubre de sombra, no desaparece; espera.
Del mismo modo, cuando nuestra voz interna se pierde, cuando nos parece que nos hemos vuelto irreconocibles para nosotros mismos, no es porque hayamos dejado de existir.
Es porque estamos transformándonos. Los eclipses no destruyen; revelan. Marcan el instante en que el ciclo debe girar, el momento en que lo que parecía definitivo se disuelve para dar paso a lo que siempre estuvo latente.
En esto se manifiesta un antiguo principio hermético, uno de esos conocimientos que han sobrevivido a los siglos porque siguen encontrando eco en la experiencia humana: "como es arriba, es abajo". Lo que ocurre en el cielo encuentra su reflejo en la Tierra, lo que sucede en el macrocosmos se replica en nuestro interior.
La Luna rige las mareas, y las mareas guían a las ballenas. Todo está conectado.
Nuestros propios ciclos internos, nuestras sombras y resplandores, no son distintos a los de los astros.
Cuando la voz interna y la externa fluyen juntas, la realidad sigue su cauce con la serenidad de quien ha comprendido su propio ritmo. Pero cuando se disocian, cuando el miedo o la confusión las quiebran, el alma se convierte en un murmullo extraviado, un canto que no encuentra puerto.
Las ballenas cantan para no perderse. Se llaman unas a otras a través de la distancia, confían en que su voz es suficiente para encontrar su camino.
Tal vez el alma haga lo mismo. Su canto, aunque a veces parezca ahogado por el ruido del mundo, nunca se apaga del todo. Solo espera. Y cuando el tiempo es el adecuado, resurge con la claridad de quien ha estado en la sombra y ha aprendido a nombrarse de nuevo.
El Canto de la Ballena es una colección que honra la memoria de ese viaje. Es la certeza de que todo lo que alguna vez fuimos sigue estando en nosotros, de que nuestra voz nos pertenece, incluso cuando no la escuchamos. Porque la verdadera transformación ocurre en lo invisible, en lo que se gesta en la oscuridad antes de ser pronunciado en la luz.
Espero que esta colección acompañe a muchas voces a salir a la superficie a observar la luna, pues es el resultado de mi propio proceso, de mi propio viaje a encontrar El Canto de la Ballena.